Vivir con dolor nervioso crónico puede ser una lucha constante que afecta todos los aspectos de la vida. Ya sea dolor persistente por una cirugía, daño nervioso por una lesión o una afección como la neuropatía, la incomodidad puede dificultar incluso las actividades cotidianas más sencillas.
Para empeorar las cosas, los tratamientos tradicionales como la fisioterapia, los medicamentos o las inyecciones a veces no alivian el dolor, haciéndote sentir que te has quedado sin opciones. Pero aún hay esperanza.
La estimulación nerviosa periférica (PNS) es una solución mínimamente invasiva, no opioide, que ataca el dolor desde su origen, ayudándole a recuperar el control, restaurar la movilidad y volver a vivir la vida en sus términos.